Evaluación Cardiovascular
Valoración del estado y función del sistema circulatorio y detección de las anomalías del mismo. MÉTODO: Se solicita al paciente que describa el comienzo, localización, duración y características de cualquier dolor que pudiera presentar y que diga si ha notado debilidad, fatiga, disnea, fiebre, tos, sibilancias o palpitaciones. Hay que interrogar también sobre cualquier episodio de desvanecimiento. indigestión, náuseas, edema de las extremidades, cianosis, alteraciones en la visión y frialdad o adormecimiento de manos y pies. Es importante observar el aspecto general del paciente, su color, la posición que adopta, la frecuencia y ritmo de sus pulsos arteriales, la existencia de pulso paradójico o alternante, y la distensión, pulsación y presión de las venas del cuello. También se comprueba la presión arterial, la temperatura y la frecuencia y carácter de las respiraciones y se examina la región precordial observando el punto de máximo impulso, la simetría, el borde cardiaco, las pulsaciones y la existencia o no de desplazamientos o protrusiones. A continuación se ausculta el tórax para determinar la intensidad, frecuencia, duración, timbre y origen de los tonos y soplos cardiacos y para identificar la localización y carácter de los sonidos respiratorios normales y patológicos como estertores y roces. También se observa el color, la temperatura, la turgencia y sequedad o sudoración de la piel y el aspecto de las extremidades, el tiempo del llenado capilar, las uñas y las posibles lesiones. Se registra el nivel de conciencia del paciente, sus reflejos, sus signos neurológicos y sus respuestas al dolor junto con los datos referentes a cualquier enfermedad que pudiera padecer, particularmente hipertensión, obesidad, diabetes y trastornos pulmonares y renales. Debe obtenerse información sobre cualquier intervención cardiovascular previa y la existencia de antecedentes de fiebre reumática, infarto de miocardio, angor, cardiopatías congénitas y enfermedad vascular oclusiva. En el interrogatorio hay que informarse igualmente sobre la respuesta del paciente al estrés, su vida sexual, sus relaciones, su profesión y ambiente, su patrón de sueño, sus niveles de ejercicios, sus actividades de ocio y el consumo de alcohol y tabaco. Otros factores a tener en cuenta en la evaluación cardiovascular son los antecedentes de medicación con preparados digitálicos, antihipertensivos, diuréticos, aspirina, somníferos y fármacos antigripales.
La evaluación del sistema neuromuscular
La evaluación del sistema neuromuscular debe involucrar la valoración de la fuerza máxima y la resistencia muscular. Una definición de fuerza muy auxiliada es propuesta por Knuttgen & Kraemer (1987). La fuerza es la manifestación externa obtenida por la tensión interna generada por un músculo o grupo muscular a una velocidad determinada.
Por su lado, la resistencia muscular es la capacidad de un grupo muscular determinado para desarrollar fuerza submáxima para afrontar un esfuerzo durante un periodo prolongado. Existen algunas evidencias que aportan a esta capacidad la mayor funcionalidad para afrontar las tareas de la vida cotidiana (Jiménez, 2003).
Ambos conceptos, deben cubrir con el criterio principal de especificidad, tanto del grupo muscular, como del tipo de contracción y velocidad de la misma, la mecánica del ejercicio y la relación de la experiencia del evaluado (Gamble, 2006).
La evaluación de la fuerza estará restringida por la manifestación de la fuerza, es decir, que estará medido externamente. Aunque es conocido que con electromiográfica (EMG) ó cálculos de la arquitectura muscular y la manifestación de la fuerza se podría determinar los niveles de fuerza interna, no han sido considerados para el presente trabajo.
La valoración de la fuerza dentro de los programas de acondicionamiento neuromuscular saludable debería fundamentarse en los siguientes planteamientos:
· Debe determinar la aptitud neuromuscular.
· Debe ser funcional.
· Debe cumplir con el principio de especificidad del entrenamiento (Abernethy et al., 1995).
· Debe garantizar la transferencia entre los registros obtenidos y su aplicación en los procesos de prescripción y planificación del entrenamiento.
· Debe realizarse evitando situaciones que supongan un incrementado potencial riesgo de lesión y garantizando una correcta y segura ejecución.
· Debe permitir comprobar evoluciones entre registros.
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